Hoy hablamos de la quinta de estas revoluciones, una más en lo que va de siglo XXI. Se trata de la Industria 5.0, y está marcada por un retorno al valor de lo humano, sin perder ni un ápice de toda la tecnología que se ha incorporado a nuestras vidas, o mejor dicho, por la colaboración entre estas máquinas-robots-inteligencia artificial y las personas.
Desde la primera Revolución Industrial, con el advenimiento de las máquinas y la producción en masa, hemos visto sucesivas olas de innovación que han ido cambiando el panorama empresarial y dando forma a lo que llamamos 'progreso'. Hoy hablamos de la quinta de estas revoluciones, una más en lo que va del siglo XXI. Es la Industria 5.0, y está marcada por un retorno al valor del ser humano, sin perder un íota de toda la tecnología que se ha incorporado a nuestras vidas, o mejor dicho, por la colaboración entre estas máquinas-robots-inteligencia artificial y las personas.
Es cierto que la Industria 4.0 es muy reciente, de la primera década de los años 2000, y que está marcada por la transformación digital también en el mundo de la fabricación y la industria: tecnologías cloud, big data, IoT, realidades extendidas, machine learning... Entonces, ¿estamos dejando todo eso atrás para empezar algo nuevo, tan pronto? En realidad, no. Este nuevo concepto de Industria 5.0 profundiza, como decíamos, en la relación entre los humanos y estas máquinas, en un modelo de colaboración, de simbiosis si se quiere, para alcanzar nuevos niveles de productividad y eficiencia.
En esta nueva era, los robots, por supuesto, están destinados a encargarse de las tareas mecánicas, peligrosas y repetitivas, mientras que los profesionales humanos aportan algo que, por el momento, es exclusivo de nuestra especie: la creatividad. Aquí es donde surge la figura de los 'cobots' o robots colaborativos: se trata de robots creados para interactuar físicamente con los humanos, como los brazos robóticos utilizados en las líneas de montaje para atornillar o soldar piezas. La idea, en definitiva, es poner la inteligencia mecánica al servicio de la inteligencia humana para que, juntos, puedan llegar mucho más lejos.
Diríamos que el principal objetivo de la Industria 5.0 es volver a situar la inteligencia humana en el centro de este entorno que quizás en los últimos tiempos se ha ido convirtiendo en un medio de producción en masa 'sin pensar'. Ahora se requiere un nuevo cambio para intentar de alguna manera adaptarse a la cambiante y exigente demanda y permitir que estas empresas industriales ofrezcan productos de mayor calidad, más adaptados a las necesidades de sus clientes y, sobre todo, diferenciados y personalizables.
Las características de la Industria 5.0 serían, por tanto, las personas, pero también otros dos pilares fundamentales como la resiliencia (entendida como la capacidad de mantener y evolucionar sean cuales sean las condiciones cambiantes del mercado) y la sostenibilidad. Esta última es, de hecho, clave, ya que las empresas se enfrentan a un gran reto en este ámbito: el cambio hacia políticas 'verdes' y prácticas sostenibles no sólo para reducir la huella de carbono, sino también para contribuir de forma proactiva a la recuperación y protección del planeta marcará sin duda las próximas décadas.
Por lo tanto, entre los beneficios esperados de la Industria 5.0 se encuentran la mejora de las condiciones de trabajo, la personalización de la producción para adaptarla a una demanda mucho más exigente y diferenciada, y una visión sostenible que debería tener un impacto en la sociedad en su conjunto y en el tejido económico globalizado. Según la Unión Europea, esta es "una visión de la industria que va más allá de la eficiencia y la productividad como únicos objetivos, y refuerza el papel y la contribución de la industria a la sociedad".
Big Data, Inteligencia Artificial e Internet de las Cosas podrían considerarse los tres grandes pilares tecnológicos de la Industria 4.0, todos aplicados a la robótica como nueva fuerza laboral en las líneas de producción. Desde hace algunos años, estas tecnologías (ya sea en una etapa incipiente o más avanzada) se han ido incorporando y utilizando en el sector industrial hasta el punto de convertirse, hoy en día, prácticamente indispensables en cualquier fábrica del mundo. Sin embargo, la pandemia también ha cambiado esto. Ahora, tras uno de los acontecimientos mundiales con mayor impacto en las últimas décadas, vemos que las formas de consumir (y por tanto los productos que consumimos) y las formas de trabajar (teletrabajo, distancia social, nueva realidad) han cambiado. Ni los consumidores ni los trabajadores son los mismos, ahora exigen cosas diferentes y todo esto significa volver a poner el foco en las personas, sin descuidar la innovación y el tejido empresarial.
Así pues, la industria 5.0 no es, en realidad, un sustituto de la 4.0, sino más bien un complemento de la revolución industrial tecnológica que es la 4.0. Sí es cierto que representa una evolución hacia un modelo, como hemos visto, más sostenible, más humano y más resiliente. Según el informe Industria 5.0 Hacia una industria europea sostenible, centrada en el ser humano y resiliente, más que un cambio técnico o tecnológico, como en las anteriores revoluciones industriales, este salto a la 5.0 consiste en pasar del "accionista" al "stakeholder" (entendido como cada uno de los implicados en el proceso de fabricación, desde el proceso de venta hasta el cliente final), buscando el beneficio de todos ellos. En otras palabras, trata de ir un paso más allá del mundo del trabajo y del crecimiento económico, y al mismo tiempo cubrir los aspectos de sostenibilidad y bienestar. Y será el Edge Computing el que permita esta última transformación digital, y por tanto el salto tecnológico y cualitativo que se necesita para ello. Al acercar la inteligencia de los datos a su punto de origen, esta tecnología puede procesar y enviar información en tiempo real, haciendo aún más fluida e inmediata la comunicación entre el hombre y la máquina.
La principal diferencia entre la Industria 4.0 y la Industria 5.0 sería, por tanto, el valor de las personas. Mientras que en la industria 4.0 son las máquinas y sus sistemas operativos los protagonistas (y el temor a que éstos sustituyan por completo a los humanos, con los problemas sociales e incluso económicos que ello conllevaría), en la industria 5.0 destaca el valor de la colaboración entre hombres y máquinas y la simbiosis que pueden realizar. El resultado es que la Industria 5.0 está destinada a potenciar la transformación del sector industrial en espacios inteligentes basados en el IoT y la computación cognitiva bajo el mando de profesionales humanos. Como nexo de unión entre ambas, el Edge Computing tendrá que estar presente y patente, para que los dispositivos puedan comunicarse entre sí en entornos cada vez más distribuidos geográficamente y virtualmente 'más cercanos'.
En este nuevo contexto, y tanto en la Industria 4.0 como en esta nueva Industria 5.0, el mantenimiento de los sistemas y dispositivos tecnológicos (en el sentido más amplio) es clave para garantizar que la producción no se interrumpa y que el ritmo se mantenga al máximo. Surge así el concepto de mantenimiento predictivo, que consiste en anticipar los problemas que puedan surgir para anticiparse a posibles interrupciones o tiempos de inactividad y, al mismo tiempo, prolongar la vida útil de las máquinas. Esto no es nuevo. Hay sectores como el energético o el del transporte (líneas ferroviarias o marítimas) que llevan años investigando el potencial de las redes inteligentes y están empezando a dar sus primeros pasos con ellas. El enorme coste de cualquier interrupción del servicio las hace interesantes y deseables.
El mantenimiento predictivo es, por lo tanto, anticipar lo que podría suceder y prevenirlo antes de que suceda, ¿es magia? No, más bien un uso aún más inteligente de la tecnología. En fábricas cada vez más mecanizadas y tecnológicas, también es la propia tecnología la que ayuda en esta vigilancia y monitorización de sistemas a través de sensores (IoT), alertas automatizadas, sistemas predictivos, etc., tanto dentro de las instalaciones como en la cadena de suministro, sistemas en línea, la nube o tecnología Edge. En este último caso, consideramos Edge al nivel más cercano al mundo físico, es decir, el conjunto de sensores y actuadores que interactúan con el mundo físico (gateways, hubs, nodos IoT, etc.). Incluso se habla del IoE (Internet de Todo) como una evolución del IoT, lo que significa que prácticamente cualquier dispositivo u objeto estará conectado por sensores, de modo que la monitorización de cualquier sistema, ya sea doméstico o industrial, será absolutamente exhaustiva, y la inteligencia artificial y el aprendizaje automático ayudarán a gestionar, clasificar y analizar toda la información recibida para que los humanos puedan tomar decisiones informadas y adecuadas en todo momento.
Y recordemos que, en esta industria 5.0, cada aspecto (también el mantenimiento), tendrá que tener un enfoque más centrado en las personas, es decir, las personas formarán parte del proceso junto con las máquinas y los sistemas. Podrán controlar y supervisar, pero podrán hacerlo de forma remota. Además de las evidentes ventajas de eficiencia que todo esto implica, no debemos perder de vista otras que también deben tenerse en cuenta, como la seguridad física de los trabajadores en el campo (anticipando posibles problemas se podrán evitar accidentes o minimizar el riesgo) o la sostenibilidad (el mantenimiento predictivo significa menos 'roturas' o paradas de producción, lo que aumenta los ciclos de vida y la reutilización de los sistemas).
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