Durante la crisis sanitaria, el IoT ha desarrollado un papel principal en varias industrias que han utilizado estas tecnologías para mantener sus operaciones normales.
La crisis sanitaria del COVID-19 ha obligado al mundo en el que vivimos a cambiar radicalmente. No sólo a nivel personal y social, sino también en muchos otros aspectos como los sistemas sanitarios, la política, el trabajo, la economía y, especialmente, la tecnología. El COVID-19 ha acelerado la forma en que gestionamos la información, las comunicaciones y nuestra forma de trabajar. Los cambios previstos para los próximos 5 años se completaron en pocas semanas tras el estallido de la crisis.
Al principio de la crisis, las empresas empezaron a ser conscientes de la importancia de la digitalización y comenzaron a tomar decisiones y medidas rápidamente. Se dieron cuenta de que conectar ciertos activos y utilizar ciertas tecnologías era clave para la continuidad de su propio negocio.
En particular, esta crisis sanitaria ha fomentado el trabajo a distancia, y ha convertido lo que solía ser un vago plan de futuro para las empresas en una realidad para la mayoría de ellas en cuestión de semanas. Las oficinas en casa aumentaron del 20% a casi el 100% en un tiempo récord, transformando empresas, oficinas, procesos y, en general, nuestra forma de trabajar. Internet es más relevante que nunca.
El IoT (Internet de las Cosas), por ejemplo, proporcionó las condiciones ideales para que los trabajadores de oficina en casa pudieran adaptarse no sólo durante la pandemia, sino también en esta “nueva normalidad” de la era post COVID-19.
El teletrabajo ha traído consigo una importante dinamización del mundo digital, con un sinfín de ventajas como la flexibilidad para los trabajadores, un aumento de la productividad y una reducción de los gastos para las empresas. Por estas razones, el teletrabajo ha llegado para quedarse. Según un informe de Gartner, es muy probable que el 41% de los empleados sigan trabajando a distancia, al menos parte de su tiempo, en comparación con el 30% anterior a la llegada del virus a nuestras vidas.
IoT ha desarrollado un papel principal en muchas industrias durante la crisis sanitaria. Sectores como la fabricación, la atención médica, las cadenas de suministro y los gobiernos han aprovechado el IoT para facilitar el trabajo remoto.
En las fábricas, por ejemplo, el IoT permite a los equipos realizar su trabajo desde ubicaciones distribuidas. Cuando los técnicos no pueden trabajar in situ, pueden seguir manteniendo su negocio en funcionamiento gracias a las herramientas de supervisión y gestión remota. Estas soluciones utilizan sensores y dispositivos IoT para, por ejemplo, detectar y enviar notificaciones cuando las máquinas tienen tiempos de inactividad inesperados o para medir la productividad. Los sensores IIoT (IoT Industrial) pueden proporcionar información sobre el estado de una máquina en tiempo real y detectar vibraciones que puedan indicar un fallo de funcionamiento.
Otro ejemplo es cómo el uso de las tecnologías IoT permite a los gobiernos supervisar y controlar el distanciamiento social y rastrear los contactos para prevenir la propagación del virus. Además, los dispositivos con tecnología IoT permiten rastrear el COVID-19 a través de termómetros conectados que ofrecen orientación a las personas sobre si deben buscar asistencia médica.
A pesar de los muchos aspectos positivos que el IoT ha aportado a esta “nueva normalidad”, como el ahorro de tiempo y costes para las empresas, el uso de estas tecnologías también ha implicado nuevos retos. Han aparecido nuevas técnicas de ciberataques, ya que los ciberdelincuentes se aprovechan de cada nueva situación, especialmente de las de mayor vulnerabilidad. La seguridad solía estar más relacionada con el mundo físico, pero ahora ha pasado repentinamente al digital. El trabajo a distancia utiliza nuevos canales de comunicación y muchas más aplicaciones basadas en la nube. Estamos más en línea que nunca y, por lo tanto, somos más vulnerables a las brechas de seguridad en las empresas.
Además de esto, es importante destacar que el 90% del sector profesional en España está formado por PYMES, que probablemente nunca han realizado grandes inversiones en ciberseguridad. Se han convertido en un blanco fácil para los ciberdelincuentes y han sufrido robo de información (ransomware), phishing o daños en sus infraestructuras.
Varios estudios señalan un aumento del 71% en los ciberataques desde el inicio de la crisis sanitaria, con un aumento del 55% en los ataques de phishing y del 32% en los ataques de malware.
De esta forma, las empresas que utilizan dispositivos IoT para facilitar la “nueva normalidad” a sus empleados, también deben desarrollar marcos para adquirir, implementar, asegurar y supervisar sus soluciones IoT con el fin de minimizar la exposición a los ciberdelincuentes.
Ahora más que nunca, es importante utilizar herramientas diseñadas para actuar como barrera ante las amenazas de ciberseguridad. El despliegue seguro de IoT ayudará a reducir esos riesgos. También hay otras medidas que una empresa puede tomar, como incorporar a su equipo un responsable de ciberseguridad, contratar auditorías de seguridad y formar a los empleados, que suelen ser el eslabón más débil de la cadena de seguridad, sobre la gestión segura de la información y el uso sensato de las comunicaciones electrónicas.
Aquellas empresas que apostaron por la digitalización y la innovación, junto con la monitorización y el control remoto de sus activos, han encontrado ahora una oportunidad para seguir creciendo tras la crisis con un impacto mucho menor en sus operaciones.